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Hamacas, espadas y estanterías

o de como las cosas se transforman con el afecto

¿Un objeto podía amar un hombre?

Toda la historia del animismo

se encerraba en esa pregunta.

César Aira (Artforum)

 

Una particular configuración visual nos permite acceder al despliegue de tres universos, tres operaciones disimiles sobre los entramados conceptuales y materiales, en el espacio y el tiempo, pero especialmente acceder a tres tipos de relaciones con los objetos. Así, Antonio Castillo Coo, Gisella Scotta y Marisol San Jorge exponen procesos, proyectos, métodos en el marco de Estudio Abierto, instalaciones que juegan con diversas combinatorias. El diálogo, entre las obras, se propicia por su capacidad vincular, en el modo en que algunos signos activan a otros y los repertorios de sentido se abren y se potencian.  

El artista chileno Antonio Castillo Coo ordena las variantes espaciales en torno a un complejo de camas-hamacas denominado “Proyecto Siesta” conformado por una arquitectura provisoria e inestable; una carpa emplazada en la sala sostenida por dispositivos lúdicos de pequeñas manos de madera y un colchón en forma de letra que escribe: Siesta. Toda la inclasificable tradición de la Patafísica considera la siesta como esa manifestación del día y la luz donde las ideas logran, al fin, su máxima plenitud, la unidad. Escribió Macedonio Fernández: De la noche estrellada no nació metafísica; en la Siesta duerme lo individual; nace el panteísmo. La Siesta Evidencial envuelve. En este sentido, la obra de Castillo Coo invita a perderse de uno mismo y dejar que los objetos diseñados dispensen a nuestros cuerpos nuevos estados. La siesta se presenta como ese momento del día donde la maquina productiva se apaga, como en los pueblos y el campo, donde es posible que los cuerpos reposen recuperando la posición horizontal, en contraposición con la directiva hegemónica de la vertical, También, donde las sombras desaparecen ofreciendo a nuestra experiencia del día una alucinada confusión entre cosas, cuerpos y todo lo que vemos o existe.

Por su parte, Gisella Scotta propone una fascinante ficción denominada “Duelo Estético” donde dos mujeres luchan por un jarrón de flores, esa es la historia basada en ciertos hechos reales y que actualiza la idea de duelo como un enfrentamiento feroz. Dichas historias de duelos pueden encontrarse desde los relatos bíblicos como el juicio de Salomón hasta el origen mismo del nacimiento de la crítica artística en argentina. En todos los casos, el duelo parece poseer la condición de cambiar el rumbo de las cosas, se presenta como un momento definitorio entre el antes y el después de la acción. La violencia, el repertorio de heridas, las convulsiones propias de la lucha, operan de una manera que no sólo puede ser entendida como destructiva; las mitologías, la biología, la ciencia, también conceden a sus orígenes luchas entre fuerzas opuestas que definen lo creado. La instalación de Scotta nos muestra la genealogía de ese duelo singular generado en torno a un jarrón con flores, sin embargo, más allá del valor del objeto en cuestión, las protagonistas encarnan en toda su magnitud la lógica cristalizada de los enfrentamientos. Espadas, jarrones, vestidos, pieles rozagantes y voluptuosas conforman el exótico y sensual dispositivo de este duelo estético.

Finalmente, Marisol San Jorge, artista y propulsora de estudio abierto, presenta una serie de obras que rememoran y establecen, en los objetos maternos el sentido literal de un mundo, una especie de herencia simétrica que compone la sinfonía de los vínculos más ancestrales. La artista descubre en el inventario doméstico de su madre, en los adornos de repisas estrictamente ordenadas, un lenguaje. Las cosas, el modo en que se instalan en el espacio, el ritmo que atesoran en el tiempo interpelando la mirada o la forma en que se relacionan entre ellas, una al lado de otra, configuran una literatura de lo humano. Ese paisaje material que nos pone en relación, que no nos deja solo y que, al mismo tiempo, sabe de nosotros, porque están con en nosotros.  Sus imágenes, siluetas y objetos, dispuestos en extrañas versiones de sí mismos, traman fabulas irracionales, imaginando mundos posibles, encriptados en lo real. La abertura como configuración significante de la obra, interpelando al ojo, la mirada creadora y fundante de nuevos horizontes y de otros pensamientos. Las tres obras pueden inscribirse en la denominación de ficción, en el sentido que Jacques Ranciére la define como capaces de socavar lo real, ver otras modulaciones de lo fáctico, una interesante observación dice: Las prácticas del arte […] contribuyen a diseñar un paisaje nuevo de lo visible, de lo decible y de lo factible. Ellas forjan contra el consenso otras formas de “sentido común”, formas de un sentido común y político. La presentación y diálogo entre Castillo Coo, Scotta y San Jorge, funciona como una ficción ampliada en el espejo de sus propios procesos y en las condiciones de posibilidad de los discursos contemporáneos, cada uno abriendo la mirada entre las disposiciones del afecto, las heridas y el ojo, de lo que mira y es mirado, lo que avanza construyendo tramos de un rizoma inacabado y mordaz entre hamacas, espadas y repisas.   

 

 

Mariana Robles

Contención con tensión.

Artistas: Gisella Scotta, Antonio Castillo Coo y Marisol San jorge.

Estudio Marisol San Jorge. Córdoba. Argentina / 2019.

 

 

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